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9.3. ROLES DE GÉNERO Y ESTEREOTIPOS

Lectura estimada:18 minutos
  • Los estereotipos y roles de género están compuestos por las creencias y expectativas que tiene la sociedad sobre las características, capacidades o funciones que se consideran femeninas o masculinas.
  • Se transmiten a los niños durante el proceso de socialización que se produce a través de la familia, la escolarización, la interacción con los compañeros y la exposición a los medios de comunicación.
  • En muchos casos, los roles y estereotipos de género responden a sesgos inconscientes, y los transmitimos sin darnos cuenta, a través de nuestro comportamiento, nuestro lenguaje o las expectativas que proyectamos en los demás. Por eso, tomar conciencia de ellos e intentar cambiarlos es fundamental si queremos conseguir una sociedad más igualitaria.

9.3.1. INTRODUCCIÓN

Los estereotipos de género determinan el desarrollo de la identidad de cada individuo desde su nacimiento, presionándonos para encajar en una serie de características, habilidades, funciones y actividades, mientras rechazamos otras. A pesar de ser construcciones culturales y sociales, cambiantes de una sociedad a otra y a lo largo de la historia, una parte importante del contenido de estos estereotipos y roles parece universal. En cualquier caso, representan una diferenciación artificial de hombres y mujeres (y niños y niñas), siguiendo el binario de género, y de lo que cada persona puede llegar a ser, constituyendo un mecanismo generador de desigualdades, discriminación y malestar personal.

En la medida en que seamos conscientes de su existencia y de cómo afectan a nuestra vida cotidiana, podremos intentar limitar su impacto en las generaciones futuras.

9.3.2. DESARROLLO DEL TEMA

9.3.2.1. Conceptos generales

Como se puede ver en el tema 2, la identidad de género no es un aspecto biológico, sino una construcción social de lo que significa nacer con genitales de mujer o de hombre, diferenciando entre femenino y masculino, respectivamente. Dentro del concepto más amplio de género, podemos hablar de estereotipos y roles de género.

Los estereotipos de género están formados por creencias culturales sobre las cualidades o rasgos que poseen hombres y mujeres y/o que son deseables en ellos. La Figura 12 muestra algunos estereotipos de género (Langford y MacKinnon, 2000).

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Figura 13. Estereotipos de género

El hecho de que hombres y mujeres posean supuestamente rasgos y cualidades de personalidad diferentes, permite establecer roles de género, que se refieren a los comportamientos y actividades que asignamos a las personas en función de su sexo biológico. Tradicionalmente, el rol masculino ha estado integrado por funciones que permiten adquirir riqueza y cubrir las necesidades materiales propias y familiares: el desempeño de un trabajo remunerado, ser cabeza y autoridad en la familia, la participación en la vida política y en los procesos de toma de decisiones, etc. (lo que se ha denominado “rol proveedor”). Por otro lado, el rol de la mujer ha estado compuesto por las funciones de cuidado de los hijos y personas dependientes, realización de tareas domésticas, etc. (el llamado “rol expresivo”).

Según Saldivar et al. (2015), el rol femenino pertenece al mundo privado, poco valorado y reconocido socialmente, en el que las mujeres realizan actividades en beneficio de la familia y la sociedad sin recibir remuneración ni reconocimiento. El rol masculino, en cambio, domina el mundo público y productivo, y es altamente valorado social y económicamente. Esta diferenciación entre lo que significa ser mujer u hombre genera desigualdad social y, con frecuencia, discriminación contra las mujeres dentro de la estructura social y la distribución del trabajo. Las actitudes de rol de género están relacionadas con la segregación de género durante la educación y las desigualdades de género en los logros educativos, la segmentación ocupacional y las diferencias de género en las condiciones de trabajo (generalmente caracterizadas por peores condiciones de empleo y salario para las mujeres) (Halimi, Davis y Consuegra, 2021).

Sin embargo, hay que reconocer que, en cuanto a los roles académicos y laborales, los estudios muestran un cambio de tendencia. Cada vez se anima más a las chicas a elegir campos de estudio como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (Tong, 2012). No parece haber el mismo empuje para que los chicos consideren campos como la enfermería o el cuidado de niños. La sociedad parece sentirse más cómoda cuando las mujeres entran en campos tradicionalmente masculinos y menos cómoda cuando los hombres entran en campos tradicionalmente femeninos.

9.3.2.2. Desarrollo de los estereotipos y roles de género

Los estereotipos y roles de género están presentes antes del nacimiento, se adquieren durante la infancia y se acentúan durante la adolescencia. Se transmiten a través de la socialización familiar, la escolarización, las relaciones con los compañeros y los medios de comunicación.

La familia

La familia constituye el primer espacio de socialización, donde se transmiten las normas y valores sociales, así como la diferenciación entre los dos sexos biológicos. Esta es la base sobre la que se construye la identidad y el papel de género de los menores. Con frecuencia, la familia ofrece actividades, juguetes o ropa diferentes a las niñas y a los niños. La forma en que los adultos de la familia se relacionan con los menores suele estar influida por el género asignado a los niños. Además, los hijos e hijas suelen reproducir el comportamiento de sus padres y madres (Halpern y Perry-Jenkins, 2016), por lo que las figuras adultas del sistema familiar sirven como modelos de comportamiento “apropiado” para cada género.

Las familias han cambiado mucho en las últimas décadas, especialmente tras la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral. Esto ha provocado algunos cambios en los roles, pero no tantos ni tan favorables como cabría esperar. La mayor carga del cuidado de los hijos y de las tareas domésticas sigue recayendo en las mujeres, aunque también trabajen fuera de casa. Sin embargo, la investigación científica demuestra que en las familias en las que ambos miembros de la pareja participan en la crianza y el cuidado del hogar, y en las que la toma de decisiones es compartida, los roles masculino y femenino no están tan estrictamente diferenciados, y así lo perciben los menores (Halpern y Perry-Jenkins, 2016).

Los niños y niñas construyen su propia identidad en el proceso de descubrimiento de sus peculiaridades a través de la diferenciación con otros miembros de su familia. Los roles de género son restrictivos y limitan la exploración de los intereses propios y las identidades únicas. Tener que abandonar y negar una parte de sí mismos para encajar en la dicotomía género-rol es doloroso para muchos menores. Es importante que, en este camino de construcción de su identidad, los progenitores se aseguren de que sus hijos se sienten capaces, aceptados y valorados, ya que así desarrollarán sus capacidades personales, independientemente de que pertenezcan a un sexo u otro, o de que sean considerados femeninos o masculinos.

La escolarización

Los niños y niñas que van a la escuela tienden a seguir las indicaciones de sus profesores sobre los rasgos y roles de género apropiados. Como se establece en la literatura educativa (Bassi et al., 2018), recibir más atención del profesor (positiva o negativa) puede afectar a la motivación, las aspiraciones y el rendimiento académico, así como a las decisiones sobre la universidad o el empleo en el futuro. Los estudios demuestran que los profesores prestan inconscientemente más atención y tiempo de instrucción a los niños que a las niñas, incluso cuando se comprometen a construir aulas con igualdad de género. Como se puede ver en otros temas de esta guía, los estudios muestran cómo los hombres/niños ocupan más espacio que las mujeres/niñas, tanto físicamente como en los debates, y además se les anima a que así sea. Sin embargo, los docentes también tienden a considerar a los chicos como los alborotadores y es más probable que detecten trastornos de conducta y déficit de atención hiperactiva en los chicos que en las chicas. Los prejuicios suelen ser inconscientes, basados en mitos y creencias que no necesariamente se fundamentan en pruebas o incluso en la experiencia directa (Sadker y Sadker, 1985). La sensibilización de los docentes sobre los prejuicios sexistas debe combinarse con una revisión del alcance de los prejuicios sexistas en los libros de texto.

La sociedad en general, y los iguales en particular, tienen también mucho poder para moldear a niños y niñas en hombres masculinos y mujeres femeninas, respectivamente. Es un deseo natural del ser humano ser aceptado socialmente, por lo que desafiar las normas de género puede ser realmente difícil para las personas. Esto es especialmente relevante en el caso de los adolescentes. La adolescencia es una etapa en la que los roles de género adquieren también un significado particular. Los cambios físicos de la pubertad hacen que el género sea más destacado en las interacciones con los demás en comparación con etapas anteriores del desarrollo, por lo que las expectativas sociales ejercen una mayor presión para comportarse de forma coherente con los roles de género (Galambos, 2013). Además, los adolescentes aumentan su capacidad cognitiva para comprender las normas sociales y de género y su capacidad para hacer comparaciones sociales. Su red social se amplía y, al mismo tiempo, los adolescentes se vuelven más sensibles a la evaluación de sus compañeros y buscan activamente un sentimiento de pertenencia al grupo.

Los iguales

La aceptación de los compañeros es más fácil cuando se ajustan a las normas sociales sobre masculinidad y feminidad (Kågesten et al., 2016). La presión es mayor dentro de los grupos del mismo sexo, y especialmente para los chicos (Galambos, 2004). En general, los estudios muestran que los chicos tienen actitudes más tradicionales en cuanto a los roles de género que las chicas (Carlson y Knoester, 2011) y que el abanico de lo que se considera apropiado (e inapropiado) para los chicos es más estrecho que para las chicas (Mehta y Strough, 2009). Sin embargo, investigaciones recientes también muestran que los adolescentes que perciben una mayor presión para encajar en los estereotipos y roles de género en la adolescencia temprana, desarrollan creencias más igualitarias con el tiempo. Esto se ha relacionado con un cambio social hacia la igualdad en los últimos años (Halimi, Davis y Consuegra, 2021), que a su vez está relacionado con la educación en roles de género (Davis, 2007).

Los medios de comunicación

Los menores suelen aprender los roles y estereotipos de género de los libros, canciones, televisión, películas y redes sociales a través de sus mensajes y modelos, que muestran cómo debe ser o comportarse un hombre o una mujer. Según Durkin y Nugent (1998), los intereses, ocupaciones y otras actividades de los niños y niñas de 5 años están fuertemente influidos por los programas de televisión. La publicidad también es un elemento importante de socialización. A menudo incluye roles y estereotipos de género que se transmiten en forma de mensajes subliminales, haciendo que los absorbamos y perpetuemos inconscientemente, ya que suelen estar segmentados por sexo. Es importante recordar que el juego es un mecanismo fundamental de aprendizaje y desarrollo. Por lo tanto, cuando la publicidad hace referencia a juegos y juguetes, ejerce una influencia en el proceso de construcción de roles y estereotipos de género (Klass, 2018). Los juguetes divididos por género en función de lo que se considera “adecuado” para niños o niñas, pueden limitar el desarrollo de diferentes capacidades como las visoespaciales, la empatía, la iniciativa o las habilidades sociales (Cherney y London, 2006). Un estudio realizado por González-Anleo et al. (2018) concluye que la publicidad infantil en España refleja actualmente una menor “masculinidad tradicional” y que los contenidos dirigidos al público femenino son mucho más variados, aunque se siguen manteniendo aquellos roles históricamente más arraigados (maternidad y belleza). También constataron que los anuncios se dirigen mayoritariamente a niños o niñas por separado, disminuyendo la variedad de opciones lúdicas dirigidas a ambos conjuntamente.

Juárez-Rodríguez (2020) realizó un estudio de canciones infantiles en YouTube y encontró que la mayoría de los roles protagonistas en las canciones son interpretados por personajes masculinos, y que los personajes femeninos se limitan en su mayoría a ser la “esposa de, la madre de, o la cuidadora de” o el objeto de deseo o disputa de los varones. Su investigación muestra también que persisten modelos de masculinidad basados en la agresividad y la normalización de las masculinidades tóxicas.

9.3.3. BUENAS PRÁCTICAS

  • Ofrezca una amplia gama de juguetes y juegos, y anime a sus hijos a explorar formas de juego con diversidad de género.
  • Invertir explícitamente un estereotipo (contraestereotipo) es también una forma poderosa de romper los estereotipos de género en el juego: elija actividades que muestren a los hombres como cuidadores o a las mujeres como bomberas o trabajadoras de la construcción.
  • Cree oportunidades para que sus hijos interactúen con otros menores de géneros diferentes en las que todos aprendan a trabajar juntos como iguales: elija equipos deportivos y otras actividades extraescolares abiertas a todos los géneros, celebre fiestas de cumpleaños mixtas, etc. Las actividades para todos los géneros ayudan a los niños a reconocer sus similitudes y son inclusivas para los menores que no se identifican como niña o niño (Hanish y Fabes, 2022).
  • Evite poner límites diferentes para sus hijos en función de su sexo.
  • Sus expectativas, y cómo las muestra, son importantes. Espere que sus hijos sean igual de buenos en distintas materias y actividades, como las matemáticas, los deportes o las artes.
  • Eduque a sus hijos, independientemente de su sexo, para cocinar, limpiar, ordenar o sacar la basura, y sirva de modelo haciendo que todos los adultos de la casa compartan tareas.
  • Valore positivamente las cualidades de cada uno/a e intente elogiar los puntos fuertes y las habilidades más que la apariencia o la actuación estereotipada por sexos. Cree un espacio seguro en el que los menores puedan sentirse cómodos y bien consigo mismos, especialmente cuando sus hijos tengan intereses y habilidades diferentes de lo que la sociedad espera, en lugar de empujarles a ajustarse a esas presiones.
  • Elija libros, cuentos y películas que muestren personajes que no se ajustan a los estereotipos de género, para que los menores vean que hay muchas formas de expresarse (McCabe et al., 2011).
  • Preste atención a los contenidos sexistas en Internet o la televisión (películas, anuncios, videojuegos, música) y explíqueles a que se trata de percepciones anticuadas. Enséñeles a oponerse a los estereotipos de género.
  • Utilice un lenguaje neutro e inclusivo para evitar transmitir nociones erróneas y prevenir el refuerzo de roles de género restrictivos.
  • Hágase consciente del marketing sexista. Los juguetes y la ropa para niños están cada vez más divididos por sexos, al igual que las tiendas. Indíqueselo a sus hijos y anímelos a explorar y a elegir por sí mismos.
  • Enseñe a sus hijos que la elección de con qué jugar, qué estudiar, qué ponerse y de quién ser amigo/a es libre. No debe estar dictada por restricciones sociales que limiten todo su potencial. Esto también se aplica a su grupo de iguales: enséñeles a no despreciar nunca a otros niños y a oponerse a que sus amigos sufran cualquier tipo de acoso.

9.3.4. REFERENCIAS

Arce, M. L. (1995). El proceso de socialización y los roles en la familia. En: Teoría y metodología para la intervención en familias. San José: Universidad Nacional de Costa Rica, 32-35.

Bassi, M., Díaz, M., Blumberg, R.L. et al. (2018). Failing to notice? Uneven teachers’ attention to boys and girls in the classroom. IZA J Labor Econ 7, 9. https://doi.org/10.1186/s40172-018-0069-4

Carlson, D. L., & Knoester, C. (2011). Family structure and the intergenerational transmission of gender ideology. Journal of Family Issues, 32(5), 709–734. https://doi.org/10.1177/0192513×10396662

Cherney, I. D., & London, K. (2006). Gender-linked differences in the toys, television shows, computer games, and outdoor activities of 5- to 13-year-old children. Sex Roles: A Journal of Research, 54(9-10), 717–726. https://doi.org/10.1007/s11199-006-9037-8

Davis, S. N. (2007). Gender ideology construction from adolescence to young adulthood. Social Science Research, 36(3), 1021–1041. https://doi.org/10.1016/j.ssresearch.2006

Durkin, K., & Nugent, B. (1998). Kindergarten Children’s Gender-Role Expectations for Television Actors. Sex Roles 38, 387–402. https://doi.org/10.1023/A:1018705805012

Galambos, N. (2013). Gender and Gender Role Development in Adolescence. 10.1002/9780471726746.ch8.

Galambos, N. L. (2004). Gender and gender role development in adolescence. In R. M. Lerner & L. Steinberg (Eds.), Handbook of adolescent psychology (2nd ed., pp. 233–262). Hoboken, NJ: Wiley.)

González-Anleo, J. M., Cortés del Rosario, M., & Garcelán, D. (2018). Roles y estereotipos de género en publicidad infantil: ¿Qué ha cambiado en las últimas décadas? Revista Internacional de Investigación en Comunicación, 18, 80-99. https://doi.org/10.7263/adresic-018-05

Halimi, M., Davis, S. N. & Consuegra, E. (2021). The Power of Peers? Early Adolescent Gender Typicality, Peer Relations, and Gender Role Attitudes in Belgium. Gender Issues, 38, 210–237. https://doi.org/10.1007/s12147-020-09262-3

Halpern, H. P., & Perry-Jenkins, M. (2016). Parents’ Gender Ideology and Gendered Behaviour as Predictors of Children’s Gender-Role Attitudes: A Longitudinal Exploration. Sex Roles, 74, 527–542. https://doi.org/10.1007/s11199-015-0539-0

Hanish, L. D., & Fabes, R. A. (2014). Peer socialization of gender in young boys and girls. In: Tremblay RE, Boivin M, Peters RDeV, eds. Martin CL, topic ed. Encyclopaedia on Early Childhood Development. https://www.child-encyclopedia.com/gender-early-socialization/according-experts/peer-socialization-gender-young-boys-and-girls

Juárez-Rodríguez, J. (2020). Los roles de género en la música infantil de la plataforma digital YouTube. Revista de Ciencias de la Comunicación e Información, 25(1), 19-37. doi: http://doi.org/10.35742/rcci.2020.25(1).19-37

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Langford, T., & Mackinnon, N. J. (2000). The affective bases for the gendering of traits: Comparing the United States and Canada. Social Psychology Quarterly, 63(1), 34–48. https://doi.org/10.2307/2695879

McCabe, J., Fairchild, E., Grauerholz, L., Pescosolido, B. A., & Tope, D. (2011). Gender in Twentieth-Century Children’s Books: Patterns of Disparity in Titles and Central Characters. Gender & Society, 25, 197-226. DOI: 10.1177/0891243211398358

Mehta, C. M., & Strough, J. (2009). Sex segregation in friendships and normative contexts across the life span. Developmental Review, 29(3), 201–220. https://doi.org/10.1016/j.dr.2009.06.001.

Pastor, R. (2000). Aspectos psicosociales de la asimetría genérica: rupturas, cambios y posibilidades. En Fernández, J. (2000). Intervención en los Ámbitos de la Sexología y de la Generología. (pp. 217-242). Madrid: Pirámide.

Sadker M, & Sadker D (1985). Sexism in the schoolroom of the Eighties. Reprinted in The World. Reprinted in Annual Editions: Education 1986-87, 87-88, 88-89, (Dushkin Press). Psychol Today. https://www.sadker.org/CV3.html

Saldívar, A., Díaz, R., Reyes, N. E., Armenta, C., López, F., Moreno, M., Romero, A., Hernández J, E., & Domínguez, M. (2015). Roles de Género y Diversidad: Validación de una Escala en Varios Contextos Culturales. Acta de Investigación Psicológica, 5, 2124-2147. DOI: 10.1016/S2007-4719(16)30005-9

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