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9.4. COSIFICACIÓN

Lectura estimada:17 minutos
  • La cosificación se refiere al hecho de que las mujeres, más que los hombres, suelen ser evaluadas en función de su aspecto, identificadas con el mismo y reducidas a instrumentos para el placer de los demás.
  • Las mujeres de las sociedades occidentales aprenden desde muy jóvenes que su cuerpo es mirado y evaluado por los demás. Como resultado, las mujeres empiezan a valorar su propio cuerpo por su apariencia y correspondencia con el ideal de estético de la sociedad. Este proceso se denomina autocosificación.
  • Las mujeres objetivadas no son vistas como plenamente humanas, sino que son percibidas como poseedoras de menos habilidades mentales y menos merecedoras de un trato moral por parte de los demás.
  • Existe una asociación entre la cosificación y la baja satisfacción corporal, la vergüenza corporal y los trastornos alimentarios, mediada por la interiorización de los estándares corporales poco realistas que ensalzan la delgadez.
  • La sexualización es frecuente en los medios de comunicación online y convencionales (periódicos, televisión, etc.). La exposición a medios que objetivan sexualmente facilita la interiorización por parte de los menores de los ideales estéticos, y está relacionada con la autocosificación en el caso de las niñas.
  • La sexualización puede afectar al desarrollo general, sexual y emocional de los menores, generando graves repercusiones en la autoestima, el bienestar, las relaciones y la igualdad de oportunidades de los niños y adolescentes.

9.4.1. INTRODUCCIÓN

Según la Teoría de la cosificación de Fredrickson y Roberts (1997), algunas partes del cuerpo de la mujer, sus funciones sexuales o incluso todo su cuerpo, se convierten en una representación absoluta de su ser. Valorar a las personas en función de su atractivo sexual y no de sus aptitudes representa una forma de discriminación a la que se enfrentan principalmente las mujeres (aunque solo ellas), al no ser tratadas como seres humanos completos. Desgraciadamente, es una tendencia generalizada que persiste en la mayoría de las sociedades occidentales. Además, este enfoque en la apariencia física lleva a las mujeres a autocosificarse (a autovalorarse y verse como un mero cuerpo) y a cosificar a otras personas. Como el cuerpo adquiere tanta relevancia para la evaluación interpersonal, y los estándares sociales corporales fomentan la delgadez, la cosificación acaba provocando en muchos casos trastornos emocionales y conductuales relacionados con la baja satisfacción corporal.

9.4.2. DESARROLLO DEL TEMA

Como puede verse en la figura 14, hay dos dimensiones principales que definen la cosificación o cosificación (Nussbaum, 1995): Tabla Descripción generada automáticamente
Figure 14. Dimensiones de la cosificación
El principal medio de cosificación es la mirada cosificadora/sexual (Fredrickson y Roberts, 1997), que se refiere a las actitudes, sugerencias sexuales o comentarios masculinos más o menos explícitos centrados en el aspecto físico de las mujeres. Aunque en un principio se propuso que la cosificación era un comportamiento de los hombres hacia las mujeres, se ha descubierto que la cosificación también la cometen las mujeres. Los objetivos sexuales son un factor importante que explica que muchos hombres heterosexuales cosifiquen a las mujeres, pero puede haber factores alternativos que contribuyan a una mayor cosificación femenina, como la competencia entre mujeres. La exposición a imágenes cosificadoras puede estimular a los espectadores a adoptar la mirada cosificadora mientras miran a otros individuos. Por ejemplo, si en un anuncio se cosifica a la mujer, la mirada del espectador también se convierte en cosificadora y puede activar el mismo patrón de mirada cuando mira a otras personas en la vida real. La cosificación sexual en las interacciones sociales con otras personas puede oscilar en un continuo que va desde comportamientos cotidianos y sutiles (por ejemplo, miradas cosificadoras, comentarios sobre el aspecto) hasta comportamientos violentos (por ejemplo, acoso y agresión sexual). Aunque tanto las mujeres como los hombres pueden experimentar la cosificación sexual, las mujeres dicen experimentarla más que los hombres (Davidson y Gervais, 2015). Además, algunas mujeres son más objetivadas que otras. Las mujeres que cumplen ciertos criterios asociados a la sexualización (por ejemplo, ropa más ajustada, reveladora o provocativa, mayor aplicación de maquillaje) son más cosificadas que las que no cumplen estos criterios. Los estudios muestran que existe una tendencia a considerar que las mujeres objetivadas carecen de capacidad mental y moral, y que son menos competentes, menos humanas y que sufren menos en las agresiones sexuales. Esta negación de la capacidad mental y de la condición moral se ha relacionado con una mayor disposición de los hombres a cometer acciones sexualmente agresivas hacia ellas. Estudios en los que se mostraban representaciones sexualizadas de otras personas o en los que se incitaba a los participantes a cosificar a otros, mostraron que los participantes juzagaban a esas personas como más superficiales, menos cálidas, menos capaces de emocionarse, menos competentes profesionalmente, menos merecedores de un trato moral y más diferentes de sí mismos (Heflick et al., 2011). Recibir cumplidos relacionados con la apariencia lleva a las mujeres a un menor rendimiento cognitivo (Kahalon et al., 2018). La mirada sexualmente objetivadora altera el rendimiento atencional de las mujeres a través de la disminución del flow (una experiencia gratificante de inmersión completa en una actividad). También es importante destacar que la interrupción del flow depende del grado en que confían en los ideales de belleza de la sociedad. Las mujeres también limitan su presencia en las interacciones diádicas hablando menos cuando conversan con un compañero masculino si reciben comentarios sobre su aspecto físico. También se ha establecido que la cosificación suscita sentimientos de culpa y una mayor percepción de suciedad en las mujeres víctimas de agresiones o abusos (Baldissarri et al., 2019).

9.4.2.1. Auto-cosificación

La cosificación puede ser aún más perjudicial si las mujeres interiorizan este tipo de evaluación, desencadenando la autocosificación. Esta se define por la mayor atención que una misma presta a su cuerpo y apariencia física, en lugar de a su persona en su totalidad o a otras características personales (Calogero et al., 2011). Esto puede acarrear consecuencias emocionales, cognitivas y conductuales negativas, como vergüenza e insatisfacción corporal, ansiedad por la apariencia, falta de disposición a hablar en las interacciones sociales, o incluso más riesgo de desarrollar trastornos alimentarios, depresión y disfunción sexual (Peat y Muehlenkamp, 2011). Las mujeres que tienden a la autocosificación suelen anteponer los deseos sexuales de sus parejas a los suyos propios. La cosificación y la autocosificación podrían dañar la autoestima de las jóvenes, que está fuertemente determinada por la percepción que tienen de su aspecto físico. La relación entre autoestima y autocosificación está mediada por el atractivo físico, de modo que las mujeres que se objetivan y se sienten atractivas pueden aumentar temporalmente su autoestima, y viceversa si no se sienten atractivas. Tradicionalmente, los varones no han sido socializados de forma que su valor esté tan condicionado por su apariencia física, por lo que prestan menos atención a su aspecto (aunque esto está cambiando actualmente). Los chicos están expuestos a menos situaciones de cosificación que las chicas, y su autoestima está menos asociada a la autocosificación. La interiorización de los ideales de atractivo físico se refiere al grado en que un individuo considera las normas sociales de apariencia como estándares apropiados para juzgar su propio aspecto. Las experiencias repetidas de cosificación sexual fomentan gradualmente la interiorización de estos estándares (Vandenbosch y Eggermont, 2012), que están fuertemente determinados por el género. Los modelos estéticos determinan que las mujeres sean valoradas por su poder reproductivo, su seducción y por agradar a los demás con sus cuerpos esbeltos. En el caso de los hombres, los cánones de belleza priorizan la fuerza corporal y la instrumentalidad. Los adolescentes que han interiorizado los ideales transmitidos por los medios de comunicación creen que deberían parecerse a los famosos, lo que se ha correlacionado con la tendencia a la autocosificación.

9.4.2.2. Sexualización en la publicidad, la televisión, los medios de comunicación y los videojuegos

El desarrollo sexual y emocional general de los menores puede verse afectado por la exposición a publicidad y marketing saturados de imágenes sexualizadas. Los medios online, en comparación con la televisión, tienen un mayor efecto en la autocosificación, lo que probablemente esté relacionado con las características altamente interactivas, interpersonales y visuales de las redes sociales (Karsay et al. 2018). Las redes sociales y los videojuegos para adolescentes están llenos de imágenes objetivadoras, principalmente de mujeres, aunque las imagines sexualizadas y cosificadoras de varones se han vuelto cada vez más frecuentes. Los cuerpos que aparecen en las imágenes y fotografías a menudo se valoran como objetos, y el valor estético es más importante que cualquier otro aspecto (véanse algunos ejemplos de avatares de videojuegos juveniles en la Figura 15). En los videojuegos, los personajes suelen aparecer con ropa sexualmente reveladora o parcialmente desnudos, y a menudo tienen proporciones corporales poco realistas. Esto sucede especialmente con los personajes femeninos, que están más sexualizados que los avatares masculinos. Una caricatura de una persona Descripción generada automáticamente con confianza baja
Figure 15. Ejemplos de sexualización
Una de las formas en que se produce la sexualización en las redes sociales es a través de selfies sugerentes, caracterizados por una mirada o una postura sugerente y ropa sexy o escasa. Las adolescentes que exponen su imagen a través de Instagram son recompensadas socialmente con “me gusta”, lo que hace que se sientan empoderadas. Sin embargo, este empoderamiento es una ilusión de autonomía, ya que refuerza el sistema social sexista en el que las mujeres son valoradas por su apariencia. La sexualización puede tener un impacto negativo en la imagen corporal, aumentando la preocupación por el cuerpo entre los adolescentes. El uso de redes sociales sexualizadas está relacionado con una mayor evaluación de la apariencia, una  mayor vigilancia corporal y autocosificación en las mujeres (Cohen et al., 2017). Esto sucede porque el uso de estos medios fomenta la interiorización de la apariencia ideal y las tendencias de comparación del aspecto físico en las mujeres.  Cada vez hay más pruebas de que esto se aplica también a los hombres, aunque tienden a tener niveles más bajos de autocosificación. Parece que consumir imágenes de fitspiration en Instagram predice la insatisfacción corporal a través tanto de la internalización del ideal muscular como de las comparaciones de apariencia en hombres jóvenes (Fatt et al. 2019). En lo que respecta a la televisión, resulta evidente que las comedias populares suelen seguir un guion heterosexual estereotipado (Kim et al., 2007). Un aspecto crucial de dicho guion es la obsesión de los hombres por los cuerpos femeninos y la sexualización de las mujeres.  Observar el comportamiento de estos modelos anima a los adolescentes a adoptar las mismas prácticas y actitudes. Si observan modelos de conducta atractivos o a compañeros (por ejemplo, en Facebook o en películas) que cosifican a otras personas, es más probable que los adolescentes desarrollen un guion cognitivo de cosificación. Aunque los ejemplos de los medios de comunicación, especialmente la televisión, tienden a presentar la cosificación en un contexto heterosexual, esto podría generalizarse, de modo que los adolescentes aprendan a juzgar a sus amigos del mismo (y de diferente) sexo en función de su aspecto físico. De este modo, se ven inmersos en un ciclo entre la autocosificación y la cosificación de los amigos. No debemos olvidar que la aceptación de los compañeros es una motivación primordial para los adolescentes. A medida que aprenden a valorar más la apariencia física de sus amigos y menos los atributos más vitales de las amistades, como la confianza y la intimidad, la calidad de las relaciones interpersonales puede resultar dañada (Vaes et al., 2011). Por todo ello, en la medida en que los niños y adolescentes se centran en sexualizarse a sí mismos (y a los demás) en lugar de dedicarse a otras actividades más apropiadas para su edad, todos los aspectos de su desarrollo pueden verse afectados.

9.4.2.3. Trastornos de la conducta alimentaria

La tríada sexismo-cosificación-estándares estéticos irreales (ver Figura 16) crea el caldo de cultivo para el desarrollo de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Los TCA constituyen un grupo de trastornos mentales caracterizados por la aparición de alteraciones de la conducta alimentaria, normalmente para controlar el peso, que conducen a problemas físicos y al deterioro del funcionamiento psicosocial. Los TCA incluyen la anorexia y la bulimia, entre otros. Ninguna otra patología clínica muestra diferencias de género tan consistentes en los estudios de prevalencia como los TCA, por lo que es incuestionable que el sexismo tiene mucho que ver. La proporción hombre: mujer de los TCA es aproximadamente 1:10 (Kerremans, Claes, y Bijttebier, 2010), y estas diferencias de género se encuentran incluso en aquellas personas que no cumplen criterios diagnósticos, algo que es muy frecuente entre los adolescentes. Diagrama Descripción generada automáticamente
Figure 16. Facilitadores de los TCA
Algunos estudios señalan que lo que condiciona los TCA son las diferencias en las dinámicas de poder entre hombres y mujeres y la necesidad de sumisión, mientras que otros hacen hincapié en la influencia sexista de los medios de comunicación. Sin duda, el modelo estético imperante en nuestra sociedad está mediando en la relación entre el sexismo y los problemas relacionados con la imagen corporal y la alimentación. Adolescentes con alto nivel de sexismo benevolente, que muestran además comportamientos como el uso de cosméticos, ropa y conductas de seducción precoz, se culpabilizan cuando su imagen corporal no se ajusta al patrón ideal de delgadez, recurriendo a comportamientos poco saludables característicos de los TCA (Forbes et al., 2005). Estos datos ponen de manifiesto la importancia de intentar implementar durante la infancia una revisión crítica de los modelos estético-corporales sexistas que se muestran en diversos medios de comunicación.

– 9.4.3. SITUACIONES DE DISCRIMINACIÓN RELACIONADAS CON EL TEMA –

A veces la relación entre cosificación y discriminación no es tan fácil de ver a primera vista y se enmascara bajo la apariencia de liberación o empoderamiento. femenino Sin embargo, cualquier situación de cosificación coloca a la persona cosificada en una situación de inferioridad con respecto a los demás, puesto que sólo se la valora parcialmente. La cosificación transmite una visión deformada de la mujer y de su papel en la sociedad. Veamos algunos ejemplos:
  • Grupos de chicas que aumentan su estatus entre sus compañeros subiendo tik-toks o fotos a Instagram o Facebook en los que aparecen vestidas de forma provocativa.
  • Adolescentes que basan su autoestima en ser físicamente atractivas para sus compañeros.
  • Una chica que recibe comentarios sobre su aspecto físico de desconocidos cuando camina por la calle.
  • Disfraces hipersexualizados para chicas, como un disfraz de enfermera que para un chico consiste en un pantalón y una camisa y para una chica en un vestido corto y entallado con escote.
  • Una chica que es elegida por sus compañeros como delegada de clase porque es muy guapa. No se tienen en cuenta otras aptitudes que pueden ser más importantes para el puesto, y también se discrimina a otros candidatos menos atractivos que podrían ser perfectamente válidos.

9.4.4. BUENAS PRÁCTICAS

  • Aproveche los materiales audiovisuales (anuncios, Instagram, programas de televisión) que puedan resultar familiares a los alumnos para detectar y analizar el sexismo, la cosificación y la sexualización.
  • Fomente el pensamiento crítico en el alumnado en términos generales.
  • Evite comentarios y piropos centrados en el aspecto físico.

9.4.5. REFERENCIAS

Baldissarri, C., Andrighetto, L., Gabbiadini, A., Valtorta, R. R., Sacino, A., & Volpato, C. (2019). Do Self-Objectified Women Believe Themselves to Be Free? Sexual Objectification and Belief in Personal Free Will. Frontiers of Psychology, 10, 1867. doi: 10.3389/fpsyg.2019.01867 Calogero, R. M., Tantleff-Dunn, S. E., & Thompson, J. (2011). Self-objectification in women: causes, consequences, and counteractions. American Psychological Association. Cohen, R., Newton-John, T., & Slater, A. (2017). The relationship between Facebook and Instagram appearance-focused activities and body image concerns in young women. Body Image, 23, 183–187. https://doi.org/10.1016/j.bodyim.2017.10.002 Davidson, M. M., & Gervais, S. J. (2015). Violence Against Women Through the Lens of Objectification Theory. Violence Against Women, 21 (3), 330-354. Forbes, G. B., Adams-Curtis, L. E., Jobe, R. L., White, K. B., Revak, J., Zivcic-Becirevic, L., & Pokrajac-Bulian, A. (2005). Body dissatisfaction in college women and their mothers: Cohort effects, developmental effects, and the infl uences of body size, sexism, and the thin body idea. Sex Roles, 53, 281-296. Fredrickson, B. L., & Roberts, T. A. (1997). Objectification theory: Toward understanding women’s lived experiences and mental health risks. Psychology of Women Quarterly, 21, 173–206. https://doi.org/10.1111/j.1471-6402.1997.tb00108.x Heflick, N. A., Goldenberg, J. L., Cooper, D. P., & Puvia, E. (2011). From women to objects: Appearance focus, target gender, and perceptions of warmth, morality and competence. Journal of Experimental Social Psychology, 47, 572–581. https://doi.org/10.1016/j. jesp.2010.12.020 Kahalon, R., Shnabel, N., & Becker, J. C. (2018). Positive stereo-types, negative outcomes: Reminders of the positive compo-nents of complementary gender stereotypes impairperformance in counter-stereotypical tasks. British Journal of Social Psychology, 57, 482–502. https://doi.org/10.1111/ bjso.12240 Karsay, K., Knoll, J., & Matthes, J. (2017). Sexualizing media use and self-objectification: A meta-analysis. Psychology of Women Quarterly, advance online publication, 42, 9–28. https://doi.org/10. 1177/0361684317743019. Kerremans, A, Claes, L., & Bijttebier, P. (2010). Disordered eating in adolescent males and females: Associations with temperament, emotional and behavioural problems, and perceived self-competence. Personality and Individual Differences, 49, 955-960. Kim, J. L., Sorsoli, C. L., Collins, K., Zylbergold, B. A., Schooler, D., & Tolman, D. L. (2007). From sex to sexuality: Exposing the heterosexual script on primetime network television. Journal of Sex Research, 44, 145–157. https://doi.org/10.1080/00224490701263660 Nussbaum, M. (1995). Objectification. Philos. Public Aff. 24(4), 249–291. doi:10.1111/j.1088-4963.1995.tb00032.x Peat, C. M., & Muehlenkamp, J. J. (2011). Self-objectification, disordered eating, and depression: A test of mediational pathways. Psychology of Women Quarterly, 35(3), 441–450. https://doi.org/10.1177/0361684311400389 Vandenbosch, L., & Eggermont, S. (2012). Understanding sexual objectification: A comprehensive approach toward media exposure and girls’ internalization of beauty ideals, self‐objectification, and body surveillance. Journal of Communication, 62, 869-887. doi:10.1111/j.1460-2466.2012.01667.x
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