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1.2. EDUCACIÓN SEXUAL CISHETERONORMATIVA

Lectura estimada:16 minutos
  • Hay una falta de educación sexual inclusiva en las escuelas.
  • Cuando la educación sexual se lleva a cabo, muy a menudo es cisheteronormativa, excluyendo así a los jóvenes LGBTQ+.
  • Debido al funcionamiento del estigma y el estrés de las minorías, la salud mental de los jóvenes LGBTQ+ está significativamente más en riesgo que la de sus pares cisgénero y heterosexuales. Por lo tanto, es importante crear un espacio seguro y un entorno inclusivo para todos.
  • La escuela desempeña un papel valioso en la creación de un entorno seguro para la educación de todos los estudiantes.

1.2.1. INTRODUCCIÓN

La educación sexual formal en general llega a los niños demasiado tarde y de manera insuficiente. Los maestros a menudo no están capacitados para impartir una educación sexual respetuosa e inclusiva. En la mayoría de los casos, ellos mismos no habían pasado por ninguna educación sexual. El apoyo y la formación que suelen recibir los educadores sexuales se centra en una perspectiva      cisheteronormativa y a menudo no incluye la diversidad en términos de sexualidad e identidades de género. Por lo tanto, existe la necesidad de herramientas inclusivas y programas de capacitación.

Al echar un vistazo crítico a la educación sexual disponible y a la prevención de la homofobia, la transfobia y otros tipos de discriminación, hay algunas evidencias que podrían ayudarnos a entender mejor la situación y el statu quo:

  • Los maestros no están suficientemente formados sobre temas LGBTQ+.
  • Los orientadores escolares y los psicólogos a menudo carecen de tiempo o recursos para introducir estos temas en la educación.
  • Algunos currículos escolares optan por priorizar otras materias más que la educación para prevenir la discriminación.
  • Por diversos motivos, como razones culturales o religiosas, algunos progenitores no quieren que sus hijos o incluso otros reciban educación sexual en las escuelas.
  • Los adultos pueden sentirse avergonzados de hablar sobre sexo ellos mismos, pueden sentirse inseguros o no preparados para enseñar sobre temas como el consentimiento, la identidad de género y la diversidad sexual, ya que reciben poca o ninguna capacitación sobre estos temas y suelen disponer de muy poca o ninguna información actualizada al respecto.
  • Las escuelas pueden preferir invitar a profesores externos para tratar temas relacionados con la discriminación, pero es posible que no estén seguros de cómo verificar su calidad para asegurar que sean verdaderamente conocedores del tema.
  • En algunos contextos, puede que no haya documentos metodológicos oficiales que incluyan la prevención de la discriminación en lo que respecta a la diversidad de género, sexo y relaciones.
  • Excluir la experiencia LGBTQ+ del currículo educativo no muestra una actitud neutral hacia los temas LGBTQ+, pues valida los estereotipos cisheteronormativos, lo que conduce a un aumento del estrés de las minorías hacia los jóvenes LGBTQ+.

Cuando note signos de homo-/bi-/trans- negatividad (“-fobia”) entre los estudiantes, debe tratarlos como cualquier otra forma de prejuicio o actitud que conlleva un riesgo de exclusión (por ejemplo, el racismo). Debe ponerse en contacto con el departamento de orientación escolar para que, si lo consideran oportuno, desarrollen un plan individual para trabajar con el estudiante. Nunca deje que los comentarios o ataques homonegativos o transnegativos pasen desapercibidos. Lo primero que puede hacer cuando note algo inapropiado es explicar que tales comentarios no deben decirse en la escuela, porque la escuela es un lugar para todos sin distinción. También puede decir que personalmente encuentra tales actos inapropiados y que no le gusta verlos en el aula. Si puede, discuta más tarde (cuando tal vez haya un poco menos de emociones involucradas) con los estudiantes por qué dicen tales cosas y qué significan.

Puede comenzar abordando el lenguaje homo/bi/trans negativo tanto entre profesores como entre estudiantes:

  • “Eso es tan gay”, “maricón”.
  • “Las personas bisexuales no se deciden entre un sexo u otro”.
  • Referirse a la persona trans como “transexual”, o afirmar que no es “una chica o un chico de verdad”.
  • Confundir el género deliberadamente con personas trans o no binarias.

Además, como se mencionó anteriormente, puede incluir en el plan de estudios información sobre personas LGBTQ+. En caso de que no exista, puede tratar de influir en la política de su escuela para incluir información sobre dicha temática, lo que contribuirá a generar conciencia. Se pueden encontrar más consejos útiles en el Manual de Stonewall.

1.2.2. DESARROLLO DEL SUBTEMA

1.2.2.1. La cisheteronormatividad es perjudicial para todas las personas

La cisheteronormatividad se refiere a un sistema normativo dentro del cual la heterosexualidad y/o la identidad cisgénero (la condición bajo la cual el género asignado al nacer es consistente con la autoidentificación de género de esa persona) son consideradas por la sociedad como los únicos resultados normales de la adolescencia, la socialización y el desarrollo de las relaciones de vida, y por lo tanto son automáticamente asumidas/esperadas por todos (Pitoňák, 2017). Como resultado de la cisheteronormatividad, la gama de otras formas diversas de sexualidad e identidades de género tienen un valor desigual. De esta manera, la cisheteronormatividad determina la estigmatización, discriminación y exclusión de las personas LGBTQ+.

En consecuencia, crecer en una sociedad que asume automáticamente que todos sus miembros son cisgénero y heterosexuales puede ser difícil para los jóvenes LGBTQ+, pero es importante tener en cuenta que esta mentalidad está afectando a todos, no solo a las personas LGBTQ+. También es importante mencionar que la heteronormatividad no es equivalente a la heterosexualidad. La representación de los medios de comunicación y las normas culturales refuerzan estas expectativas a diario a través de la representación y perpetuación de estereotipos y comportamientos cisheteronormativos, imágenes y mensajes subliminales. Este entorno puede suscitar sentimientos incómodos de vergüenza e inadecuación para las personas que no se identifican con él o no encajan en esa categoría. Warner (2000) señaló que ninguna legislación para adultos LGBTQ+ puede eliminar esta dificultad para muchos niños que han sido obligados por la sociedad a pertenecer a roles definidos por la cisheteronormatividad (Warner, 2000).

Como se mencionó anteriormente, la cisheteronormatividad es perjudicial también para las personas cisgénero y heterosexuales. Está relacionado con patrones dañinos como la masculinidad tóxica, la misoginia e incluso los estereotipos de género.  La masculinidad tóxica describe normas masculinas exageradas y dañinas que promueven comportamientos inapropiados como la violencia, el sexismo y el dominio sobre las mujeres, y entre otras cosas también afectan negativamente a los propios hombres, por ejemplo, en forma de una mayor prevalencia de problemas de salud mental (Waling, 2019).

Estas normas cisheteronormativas sobre cómo debería ser la familia “ideal”, cómo debería ser la expresión de género “ideal”, cómo debería ser la sexualidad “ideal” de una persona, etc. se imponen a través de la promesa de seguridad y pertenencia, pero también a través de la exclusión y la patologización de otras variantes (McNeill, 2013). También conduce a la brecha salarial de género o incluso a la violencia de género, sexual y doméstica.

1.2.2.2. No trivializar la existencia de los jóvenes LGBTQ+

También es extremadamente dañino si una parte de la sociedad trivializa la experiencia queer y la etiqueta como un estilo de vida moderno. Las personas LGBTQ+ están perdiendo su libertad de expresión para vivir sus vidas auténticas y siempre tienen que considerar qué parte de su verdadero yo es apropiada para la sociedad y qué es “demasiado” y, por tanto, debe ser ocultado.

En la obra “La invención de la heterosexualidad”, Jonathan Ned Katz deconstruye la idea de que las personas siempre han sido heterosexuales y que las personas LGBTQ+ son algo “nuevo” en la sociedad. Explica que la sexualidad es un complejo eje de diferencia que toma muchas formas en diferentes culturas, histórica y geográficamente. Señala que la heterosexualidad tal como la conocemos hoy tomó forma en los últimos siglos. La dicotomía heterosexual y homosexual es un concepto creado principalmente en el siglo XX (Katz, 2007). Muchas culturas en las que las personas de género diverso y no conforme con el género eran visibles se vieron disminuidas por la occidentalización, el colonialismo y la inequidad sistémica (APA, 2015).

1.2.2.3. ¿Qué es normal?

La normalidad es una construcción social, que suele afectar a todo lo que no encaja en las normas relacionadas, haciendo que sea percibido como extraño. Muchas personas se ajustan a las normas sin ni siquiera pensar en ellas. Por ejemplo, una persona podría preguntarle sin pensar a una persona percibida como una mujer sobre su novio, asumiendo tanto su identidad de género como su orientación sexual/romántica. Este es un ejemplo de naturalización de la cisheteronormatividad. Cuestionar las normas y darse cuenta de cómo afectan a nuestros valores y vidas cotidianas puede ser beneficioso (Norm Critism Toolkit).

También podría ser perjudicial comparar la visibilidad de las personas LGBTQ+ a lo largo de varios períodos históricos. La terminología LGBTQ+ es relativamente nueva. Pero también lo es el concepto de amor romántico tal como lo conocemos hoy. Por lo tanto, no es posible comparar y cuantificar las formas de sexualidad a lo largo de la historia. Pero incluso si no sabemos exactamente cuántas personas no heterosexuales y transgénero vivieron en el pasado, es cierto que tales personas siempre existieron, y fueron, son y serán parte de la sociedad (Rupp, 2001).

1.2.2.4. ¿Son las escuelas un espacio seguro para los jóvenes LGBTQ+?

“Incluso en sociedades donde la diversidad sexual parece estar generalmente aceptada, las escuelas todavía se identifican como uno de los espacios sociales más homófobos (es decir, homonegativos). El lenguaje homófobo es común en muchas escuelas y en muchos países el término “gay” es utilizado por los estudiantes (tanto en la escuela primaria como en la secundaria) como un insulto. Por ejemplo, un estudio del Reino Unido informó que el 95% de los maestros de secundaria y tres cuartas partes de los maestros de primaria habían escuchado las frases “eso es tan gay” o “eres tan gay” utilizadas de manera despectiva. El mismo estudio también informó que el 90% de los maestros de secundaria y más del 40% de los maestros de escuela primaria describieron intimidación homofóbica, insultos o acoso en sus escuelas, independientemente de su orientación sexual, y los maestros de secundaria identificaron la intimidación homofóbica como la segunda forma más frecuente de intimidación (después del abuso relacionado con el peso)” (Dankmeije 2012, p. 6).

“En un estudio estadounidense, el 57% de los encuestados informó de que el personal de la escuela hizo comentarios homófobos. […] Más de la mitad de una muestra de jóvenes transgénero informaron haber sido atacados físicamente, el 74% hizo alusión al acoso sexual que se produce en la escuela y el 90% dijo que se sentía inseguro en la escuela debido a su género. Estos hallazgos se reflejan en estudios similares en otros países, incluidos Australia y el Reino Unido” (Dankmeije, 2012, p. 7).

Del mismo modo, los resultados de un estudio reciente realizado en la República Checa muestran que, en promedio, solo cinco de cada 10 niños y ocho de cada 10 niñas estarían de acuerdo con tener un/a compañero/a de clase homosexual (Pitoňák y Spilková 2016). Sin embargo, es importante considerar que este estudio solo presenta una parte del problema, ya que está utilizando la perspectiva binaria de género y considerando solo la sexualidad y no la diversidad de género o de relaciones.

Las escuelas pueden desempeñar un papel activo en la promoción del respeto, la diversidad y la inclusión y, por lo tanto, crear una atmósfera en la que todos se sientan aceptados, todos puedan concentrarse y aprender cosas nuevas. Los maestros pueden mencionar la identidad de género y la diversidad de orientación sexual en sus clases y hacer que los niños LGBTQ+ se sientan visibles. Los maestros también pueden discutir temas de estereotipos de género, límites personales, comunicación y respeto mutuo. También son un modelo de referencia importante por la forma en la que hablan, y se comportan y por la postura que adoptan hacia los derechos y las personas LGBTQ+, por lo que es importante que den un ejemplo positivo. Lo mismo ocurre con las reacciones a los chistes y comentarios homófobos.

– 1.2.3. SITUACIONES DE DISCRIMINACIÓN RELACIONADAS CON EL SUBTEMA –

La falta de aceptación y afirmación por parte del centro escolar y la ignorancia o infravaloración de las intenciones y motivaciones de los estudiantes LGBTQ+ pueden tener graves consecuencias, especialmente para los estudiantes trans. Ejemplo de esta situación puede ser una circunstancia en la que un estudiante trans se acerca a su maestro u otra persona de la escuela (por ejemplo, el orientador escolar) y les informa sobre su autoidentificación y los pronombres con los que se siente identificado. La escuela no los reconoce y más bien continúa confundiendo el género del estudiante, siguiendo los deseos de sus progenitores en lugar de los suyos. Esta situación puede ser particularmente traumática para el estudiante trans porque su identidad está siendo ignorada y también puede sentar un precedente sobre cómo otros estudiantes trans podrían ser tratados en la escuela, lo que podría conducir a muchos resultados negativos (peor salud mental de los jóvenes LGBTQ+, bloqueo para salir del armario, miedo a pedir ayuda cuando lo necesiten, aislamiento y rechazo de la sexualidad/género/diversidad de relaciones, etc.).

Del mismo modo, la salida del armario de un estudiante queer en el entorno del aula puede incitar a la discriminación por parte de sus compañeros de clase. El personal del centro es responsable de hacer del entorno del aula un espacio seguro para todos los estudiantes, incluidos los estudiantes LGBTQ+.

Las microagresiones cotidianas en forma de bromas o declaraciones aparentemente inofensivas están, de hecho, profundizando la perspectiva cisheteronormativa y perpetuando normas, comportamientos y actitudes sociales específicas. Este entorno fomenta la discriminación y la discriminación constituye la columna vertebral de una mayor y más profunda normalización de la cisheteronormatividad. 

Otro ejemplo de educación sexual cisheteronormativa es cuando los temas LGBTQ+ solo se tratan con terminología obsoleta como “homosexualidad” o si los temas LGBTQ+ se contextualizan solo en el marco del riesgo de transmisión de infecciones de transmisión sexual (ITS) y enfermedades de transmisión sexual (ETS), específicamente el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Los maestros y los progenitores deben evitar confundir estos conceptos.

Todos los estudiantes se beneficiarían del aprendizaje de prácticas sexuales más seguras que vayan más allá de la información cisheteronormativa o del uso del preservativo. Los maestros u otros miembros del personal escolar deberían, por ejemplo, ofrecer información sobre temas como la higiene anal o el uso de la PrEP (profilaxis previa a la exposición: medicamento que las  personas en riesgo de contraer el VIH pueden tomar para prevenir la transmisión), o la PEP (profilaxis posterior a la exposición: medicamento que puede usarse para prevenir la infección por VIH dentro de las 72 horas posteriores a la exposición) cuando se les pregunte por ellas y evitar estigmatizar estas prácticas.

Los progenitores suelen preguntar a sus hijos sobre sus posibles parejas: “Oye, hijo/a, ¿cuándo vas a encontrar por fin un/a novio/a?” No debemos asumir que todas las personas: 1) son cisgénero y heterosexuales; o 2) quieren tener pareja. Este tipo de comentarios es una de las microagresiones a las que se enfrentan a diario las personas LGBTQ+ y que contribuye al mantenimiento de una perspectiva cisheteronormativa.

Para obtener más ejemplos, siga este enlace al tema de diversidad sexual.

1.2.4. BUENAS PRÁCTICAS

Una de las formas de evitar patrones cisheteronormativos en su comportamiento es usar un lenguaje inclusivo o neutral. ¿Qué significa? (Ver Tabla 1)

En lugar de:Probar:
Damas y caballerosAsistentes
Niños y niñasEstudiantes
Hombres y mujeresPersonas
  
Tabla 1. Ejemplos de lenguaje inclusivo o neutral

1.2.5. REFERENCIAS

APA (2015). Guidelines for psychological practice with transgender and gender nonconforming people. American psychologist, 70(9), 832-864.

Dankmeije, P. (2012) Advocate for Sexual Diversity Education: A Guide to Advocate for Enhanced Quality of Education Dealing with Sexual Diversity. GALE (The Global Alliance for LGBT Education). Amsterdam, The Netherlands.

Deliver, I. P. P. F. (2017). enable toolkit: scaling-up comprehensive sexuality education (CSE). London (UK): International Planned Parenthood Federation.

Katz, J. (2007). The invention of heterosexuality. University of Chicago Press.

Learning for Justice. (2021) Best practices for serving LGBTQ students: A Teaching Tolerance guide. Southern Poverty Law Cente, Alabama, USA.

McNeill, T. (2013). Sex education and the promotion of heteronormativity. Sexualities, 16(7), 826–846. doi:10.1177/1363460713497216

Norm criticism Toolkit (2016). Available at: https://www.iglyo.com/wp-content/uploads/2016/02/Norm-Criticism-Toolkit.pdf

Pitoňák, M., & Spilková, J. (2016). Homophobic Prejudice in Czech Youth: a Sociodemographic Analysis of Young People’s Opinions on Homosexuality. Sex Res Soc Policy 13, 215–229. https://doi.org/10.1007/s13178-015-0215-8

Pitoňák, M. (2017). Differences in mental health between non-heterosexuals and heterosexuals : a review study. In Czechoslovak psychology (Vol. 61, pp. 575-592).

Rupp, L. (2001). Vytoužená minulost: Dějiny lásky a sexuality od příchodu Evropanů po současnost. Praha: OWP,

Warner, M. (2000). The trouble with normal: Sex, politics, and the ethics of queer life. Harvard University Press.

Waling, A. (2019). Problematising ‘toxic’ and ‘healthy’ masculinity for addressing gender inequalities. Australian Feminist Studies, 34(101), 362-375.

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